PAÑALES ECOLÓGICOS, AL RESCATE DE ESPECIES EN PELIGRO DE EXTINCIÓN

2022-06-19 00:08:38 By : Mr. Jerome Chiang

Los pañales son el tercer artículo más contaminante del mundo: sus plásticos tardan cerca de 500 años en descomponerse y ocupan casi 50% de todo el espacio en basureros.

Ante tal situación, hace 13 años la emprendedora mexicana Ixchel Anaya creó la primera marca de pañales ecológicos en el país, que además de reducir el impacto de la contaminación contribuye a la conservación de especies en peligro de extinción al donar parte de las ganancias a programas de conservación.

“La idea surgió hace casi 13 años, cuando estaba embarazada de mi primer bebé. No quería utilizar pañales desechables porque desde pequeña me inculcaron cierta conciencia ambiental. Cuando nació mi bebé empecé a utilizar pañales de tela, pero me di cuenta de que no eran tan prácticos, puesto que no me permitían salir y estar segura de que el bebé no fuera a escurrir”, indica.

De ahí, continúa la emprendedora, que “junto con mi abuela desarrollé y perfeccioné la idea; realicé una investigación más extensiva, pues en países como España ya existía este producto, hasta que finalmente en 2009 creé ECOPIPO”.

En los cuarenta las madres de los bebés utilizaban pañales de tela, lo que representaba menos costos para la mayoría de las familias y además no se contaminaba el ambiente, pero con el paso de los años la mercadotecnia introdujo los desechables, que si bien resultan más prácticos significarían después de décadas de uso un retroceso para el medio ambiente.

Los pañales desechables se inventaron en Suecia a mediados de la década de 1940; durante los siguientes diez años se popularizaron entre las familias ricas al considerarse como un lujo. En 1960 Victor Mills, ingeniero químico, compró, desarrolló, patentó y comercializó la idea tal y como los conocemos hoy. Aunque en un principio eran productos caros, no pasó mucho tiempo hasta que otras compañías comenzaron a fabricarlos, abaratando su costo y permitiendo que millones de familias pudieran elegir esta opción.

En su mayoría, las personas creen que los pañales desechables están hechos de celulosa y que por ello no son dañinos para el medio ambiente: la realidad es que están compuestos de una capa exterior de plástico y un núcleo de fibra de celulosa y poliacrilato de sodio o SAP (lo que los hace muy absorbentes); también tienen una capa superior hecha de un polímero sintético; además de los distintos adhesivos que sirven para conformar el pañal. Todos estos componentes pueden tardar hasta 500 años en degradarse.

“Un bebé utiliza alrededor de cinco mil 475 pañales desechables en dos años y medio, aproximadamente. En estos casi 13 años que llevamos con nuestro pañal ecológico, de acuerdo con nuestros propios cálculos, hemos evitado que un millón de bebés utilicen los desechables. Esta es una reducción impresionante en el desecho de plásticos de un solo uso: al final los pañales desechables están hechos de plástico y una vez utilizados (al igual que las toallas femeninas) no hay nada que hacer con ellos, no se pueden reciclar; entonces, cada bebé puede llegar a generar dos o tres toneladas de basura: eso es lo que nosotros hemos reducido en todo este tiempo”, señala Anaya.

De acuerdo con un estudio de la Agencia de Medio Ambiente de Reino Unido el uso de pañales desechables durante dos años y medio conlleva una emisión de 550 kilogramos de dióxido de carbono aproximadamente, mientras que si se usan pañales reutilizables, se lavan a cargas casi completas de lavadora, se secan al aire libre y se reutilizan con un segundo niño (ya sean con un hermano o porque sean de segunda mano) tienen una emisión de 200 kilogramos de dióxido de carbono en los mismos dos años y medio.

En cuanto a la huella hídrica, se requieren 15 litros de agua para fabricar un pañal de tela, mientras que un desechable utiliza 545 litros de agua.

“A veces la gente piensa que los pañales de tela no son tan ecológicos porque hay que lavarlos y entonces ¿dónde estuvo lo ecológico? Ahí es donde entra la parte del agua que se utiliza para su fabricación: cada pañal desechable utiliza 545 litros: estamos hablando de millones y millones de litros que se ahorran al elegir un pañal ecológico”, indica.

La emprendedora comenta que actualmente hay un cambio de paradigma en el consumidor, ya que comienza a preferir productos ecológicos. “Me parece que tiene que ver con el tema del medio ambiente, que ya nos alcanzó. Por ejemplo, nos hace falta agua en Monterrey; la Ciudad de México enfrenta ciertas condiciones climáticas; hay especies que están desapareciendo… Debido a todo ello las personas comienzan a tener más conciencia en cuanto a la repercusión de sus acciones y sus consumos”, indica.

Agrega que aun cuando el cambio ha sido lento, desde hace cinco años se ha visto mayor fuerza en la implementación, selección y compra de estos productos. “Nuestros primeros años fueron de picar piedra e ir contra la corriente, educar al mercado, luchar contra barreras y tabúes; por ejemplo: cómo voy a lavar los pañales o si estos no iban a escurrir como los de tela tradicional, pero ahora la demanda simplemente va en aumento, por lo que hemos ampliado nuestros productos (toallas femeninas y pañales para adultos). En este sentido estamos seguros de que todos estos bebés que utilizan pañales ecológicos serán futuros adultos que muy probablemente decidirán elegir y consumir productos más sustentables”, dice.

Desde su nacimiento la marca contrajo el compromiso de proteger al medio ambiente, explica su fundadora. “Desde que empezó el proyecto siempre me pregunté qué más podría hacer desde mi trinchera. Realmente tenía esta preocupación de pensar qué más podía hacer aparte de los pañales, cómo apoyar a otras causas que a lo mejor también tienen un impacto impresionante y no tienen difusión”.

De ahí su primera alianza con la asociación Ayotzintly AC con el diseño del pañal Tortugas, para hacer conciencia sobre la importancia de la conservación de las tortugas marinas y fomentar proyectos productivos, educación ambiental, voluntariado y ecoturismo.

Posteriormente, colaboró con la asociación Jaguars On The Move y diseñó el pañal ecológico Balam, que en lengua maya significa “jaguar”. Con los donativos generados con la venta de esta edición se continuó con la colocación de cámaras para vigilar a la especie y sus presas en la selva maya.

Recientemente lanzó la edición especial Macao para visibilizar y apoyar a Natura y Ecosistemas Mexicanos AC en la recuperación y conservación de la guacamaya roja en la Selva Lacandona.

“Se estima que en nuestro país quedan menos de mil ejemplares de esta especie debido al tráfico para ponerlas a la venta como mascotas en el mercado ilegal. Por ello es importante hacer conciencia de que las guacamayas no son mascotas. Me gustaría que este mensaje llegara a más gente. Es una especie que debe estar en libertad y volando en la selva, no en la jaula de alguna casa”, finaliza Anaya.

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