Chaquetas de montaña y sus membranas - Desnivel.com

2022-06-19 00:01:47 By : Ms. Ablewhite Wang

Analizamos los desarrollos más recientes relacionados con la última capa del sistema de vestimenta, que nos protege de forma más directa frente a las inclemencias meteorológicas. Profundizamos sobre todo en el extenso –y no siempre claro– campo de las membranas.

Con todas las variables que tiene hoy día el tradicional sistema de vestimenta por capas, lo cierto es que la importancia de la última capa, aquella que nos contacta directamente con el medio exterior, no ha perdido su vigencia.

Es este “hardshell” (literalmente, capa dura) el que nos va a proteger de la lluvia, la nieve, el viento y los roces contra la roca o el hielo, permitiendo a la vez que el vapor generado por el calor corporal pueda salir. En este artículo nos vamos a centrar sobre todo en analizar cómo logran estas propiedades de impermeabilidad y transpirabilidad estas terceras capas, poniendo en el punto de mira las membranas.

El hallazgo de las membranas tiene un inicio muy estadounidense. En 1969, un joven Bob Gore descubrió en el garaje de la casa de sus padres la propiedad de expansión del politetrafluoroetileno (PTFE, o más conocido por su nombre comercial Teflón, comercializado desde finales de los años treinta por la empresa DuPont).

La expansión del material creaba millones de poros microscópicos (microporos cuyo diámetro es la milésima parte de un milímetro) por los que no cabe el agua en estado líquido, pero que sin embargo sí dejan pasar las mucho más pequeñas moléculas de vapor. Había nacido así el ePTFE (politetrafluoroetileno expandido) que, aplicado a las prendas de montaña, presentaba la enorme ventaja de impedir el paso de la lluvia pero sí dejar que la sudoración de nuestro cuerpo salga al exterior, evitando de esta forma que nos mojemos tanto desde fuera como desde dentro.

Fue toda una revolución su aplicación en las primeras prendas en los años setenta, sin embargo, pronto se comprobó que la membrana no era tan milagrosa como en un principio parecía, pues con el uso no tardaba en perder sus propiedades hidrofóbicas.

El motivo principal es que con los roces y la impregnación de otras sustancias en el tejido (cremas, suciedad…) se taponaban los poros microscópicos, perdiendo de este modo primero su transpirabilidad y luego su impermeabilidad.

Para solucionarlo, comenzaron a aplicar en la cara exterior del tejido tratamientos de repelencia al agua (DWR por sus siglas en inglés: Durable Water Repellent), también llamados deperlantes, que prolongan sus propiedades aunque igualmente exigen una reaplicación con el tiempo, pues se van desgastando. Claro que esto protege la membrana desde el exterior, pero no de la contaminación interior, para lo que existen otras soluciones, como veremos más adelante.

Hasta aquí hemos hablado del funcionamiento de una membrana microporosa hidrófoba, como puede ser la membrana Gore-Tex tradicional, pero existen también otras soluciones que no se basan en las propiedades mecánicas del tejido, sino en las propiedades químicas.

Es el caso del poliuretano (PU), un material que en principio no deja pasar ni el agua ni el vapor, pero que sometido a procesos químicos, da lugar a lo que se conoce como difusión. En estos casos el tejido hidrofílico atrae por su composición el vapor de agua, que se expande por la superficie y busca la menor presión del exterior, facilitando de esta forma la transpiración.

Podríamos quedarnos con esta explicación básica de dos tipos de membrana, pero la realidad no es tan sencilla, pues las combinaciones multiplican las posibilidades.

Está la opción de utilizar una membrana ePTFE y además una lámina interior de PU, que potencia su capacidad de evacuar el sudor y a la vez protege los microporos desde dentro, igualmente necesario. Las hay también que prescinden de la lámina de PU pero emplean hasta tres láminas de ePTFE, utilizando las exteriores para proteger la del medio (como es el caso del Gore-Tex Pro, el más resistente de todos los productos Gore).

Otra solución para proteger la membrana desde dentro prescindiendo del PU es con tratamientos oleofóbicos aplicados a cada fibra de la membrana que impiden esa contaminación, que es lo que se conoce como infusión (es lo que utiliza por ejemplo la tecnología eVent). Las membranas que prescinden por completo de la lámina de PU (como el Gore Tex Active o el Neoshell de Polartec) tendrán una transpirabilidad mayor, pero también serán menos resistentes y sus propiedades menos duraderas.

La tecnología Futurelight lanzada por The North Face el año pasado presenta otra nueva posibilidad. En este caso no está basada en una membrana microporosa como los casos anteriores, sino en un procedimiento conocido como nanospining, empleado anteriormente en el sector de la medicina y la electrónica.

Aunque desde la firma no profundizan en los detalles, parece que se basa en la aplicación de este procedimiento sobre una lámina de poliuretano que logra crear “aire permanente en el tejido” según indican, es decir, crean una nanoestructura formada por miles de filamentos que, ahora sí, dejan pasar el vapor al exterior pero no permiten que entren las gotas de agua.

Lo anuncian como revolucionario porque, según las pruebas, este nuevo sistema supera en durabilidad y en ligereza a los anteriores.

Además, está fabricado en un alto porcentaje con materiales reciclados y el DWR no incorpora químicos contaminantes, si bien esto es algo que muchas firmas han incorporado ya en sus propuestas, como veremos más adelante.

Parece una pregunta con trampa, pero no lo es. Todavía hay quien confunde los términos de chaqueta “tercera capa” y una chaqueta “tres capas”. No es lo mismo.

Una tercera capa es, como ya hemos dicho, el último nivel de protección del sistema de vestimenta por capas, que puede tener tres tipos de construcciones:

• 3 CAPAS: es la más habitual para las chaquetas robustas de alpinismo. Se basa en un tejido exterior (habitualmente de poliéster), una lámina intermedia impermeable (como hemos visto, puede ser una membrana de ePTFE y/o una lámina de poliuretano o PU) y un forro interior que protege a la anterior y le da suavidad. Estas tres capas vienen unidas como si fuera una sola.

• 2 CAPAS: formada solo por el tejido exterior y la membrana, que igualmente van unidos. Por dentro se le suele añadir un forro tipo rejilla que simplemente protege a la membrana, pero que no va unida a esta, sino que va suelta.

• 2,5 CAPAS: es muy parecida a la anterior, con el tejido exterior y la membrana unidos, pero no tiene rejilla interna, sino un acabado especial por el interior que protege la membrana. No llega a ser tan resistente como un tres capas, pero es más ligera. Las prestaciones de una chaqueta van a depender mucho del tipo de construcción, teniendo en cuenta que entran muchas variables en juego: si el tejido exterior lleva o no un tratamiento adicional deperlante, la densidad de los tejidos (expresada en deniers), su elasticidad, el tipo de forro interior o el tamaño de los termosoldados, entre otras.

Sin ánimo de exhaustividad, enumeramos a continuación algunas de las membranas y tecnologías impermeables y transpirables más utilizadas en las terceras capas, prestando especial atención a los desarrollos que inciden en la sostenibilidad.

Más de 60 años después de su nacimiento, la tecnología del laminado Gore-Tex sigue vigente, si bien con el paso de los años han ido surgiendo –y también desapareciendo– distintos productos que han ido atendiendo a las necesidades más específicas de las prendas en cuanto a ligereza, elasticidad, transpirabilidad o resistencia.

Encontramos así el Gore-Tex Active más transpirable, el Gore-Tex Paclite más ligero o el Gore-Tex Shakerdry, de rápido secado. El más utilizado en las prendas para montaña es el Gore-Tex Pro, que es desde su lanzamiento en 2007 la opción más resistente de la casa, especialmente ideada para utilizar en chaquetas robustas destinadas a un uso intensivo en condiciones climatológicas adversas.

Desde la firma han anunciado que, a partir del próximo otoño 2020, esta familia se va a subdividir en otras tres ramas, cada una adaptada a distintas necesidades. Por un lado la “Gore-Tex Pro Most Rugged” será el laminado más resistente jamás creado por Gore para los deportes de montaña (con un tejido exterior de 70 a 200 denier); por otro lado la “Gore-Tex Pro Stretch” ofrecerá un 20% más de elasticidad que un laminado convencional; y por último la “Gore-Tex Pro Most Breathable” será, como su nombre indica, la opción más transpirable (RET <6) y más ligera.

Desde Gore apuntan que “nosotros no nos dedicamos únicamente a desarrollar nuevos materiales, sino que también estudiamos la mejor manera de aumentar la comodidad de las prendas”. Es lo que denominan “Comfort Science” y para lo que dedican los métodos de laboratorio más avanzado.

Entre sus equipos se encuentra por ejemplo una exclusiva cámara medioambiental capaz de simular más del 85% de los climas del mundo, donde se ponen a prueba las prendas.

Firmas como Arc’teryx, Montane, Berghaus, o las españolas Trangoworld y Ternua, entre otras, utilizan productos Gore-Tex en sus chaquetas hardshell.

Es otro de los ejemplos de membrana microporosa que, como hemos visto anteriormente, lleva un tratamiento especial que evita la lámina de PU interior, consiguiendo más transpirabilidad.

Lo utilizan firmas como los españoles Os2o o Kailas entre los fabricantes de ropa.

Según explican los fabricantes, se trata de un método por el que se lamina la membrana impermeable a la superficie interior del tejido mediante una máquina de 3D patentada, que no implica ni cortes ni cosidos.

Aunque lo vemos ocasionalmente en ropa (principalmente de la firma Columbia), se utiliza sobre todo en calzado, en mochilas y en accesorios tipo guantes.

Hay muchos fabricantes que, abaratando costes y logrando un control directo del producto, producen ellos mismos sus propias membranas, basándose en los principios ya explicados de las láminas microporosas de ePTFE y de PU.

Estos son algunos ejemplos de membranas: Climaproof (de adidas), Textrem (de Soloclimb), InnerPlus (de Trangoworld), Shelltec (de Ternua), Hydroshell (de Berghaus), Membrain (de Marmot), Powertex (de Salewa), Q-Elite (de Mountain Hardwear), HellyTech (de Helly Hansen), Flashpoint (de Rab), DryEdge (de Millet) o Sealsking (de +8000), entre otras.

Como ya hemos explicado, es difícil valorar si una membrana es mejor que otra, pues dependerá mucho del resto de componentes del sistema y de la misma construcción de la prenda.

Aunque en este artículo nos hemos centrado en las terceras capas tradicionales, lo cierto es que la tendencia de los últimos años –que sigue en aumento– son las construcciones híbridas, que mezclan los paneles de tejido hardshell con sofsthell en las distintas zonas del cuerpo, buscando la combinación de la protección que ofrece la primera y la mayor flexibilidad y transpirabilidad de la segunda.

También encontramos chaquetas con relleno de pluma o de fibra sintética en toda la chaqueta o solo en algunas zonas, que incorporan un tejido exterior laminado con membrana que las convierte en impermeables.

Y no hay que olvidar que la calidad de una chaqueta no va a depender solo del tejido con el que esté confeccionada, sino también de todo lo demás. Entran en juego aspectos como:

• Construcción: ha de permitir buena movilidad, que nos deje subir los brazos cómodamente y proteja la zona lumbar.

• Termosoldados: es el proceso con el que las costuras de la prenda se sellan por el interior con una cinta adhesiva que se fija mediante una combinación de calor y presión, que garantiza la impermeabilidad de esos puntos débiles del tejido.

• Cremalleras: que sean de buena calidad y también estén termosoldadas. La cremallera central puede tener solapa protectora, doble cursor, tiradores aptos para usar con guantes… Una cremallera que se enganche constantemente puede arruinar la chaqueta más top.

• Bolsillos: han de estar bien dimensionados y posicionados, que se puedan seguir usando cuando llevemos puesto el cinturón de la mochila o el arnés. Más cantidad de bolsillos te permitirán llevar más cosas y más organizadas, pero también aumentará el peso del conjunto.

• Capucha: fundamental que permita llevar un casco debajo sin restringir la movilidad. También que lleve algún sistema de ajuste a la cabeza. Las hay hasta con triple regulación, con los cordones de ajuste internos para que no estorben los cabos, con una práctica visera rígida que aumenta la protección…

• Puños y bajos: es importante que posean algún sistema de cierre (velcro, cordón con tanca, elásticos…) que eviten que se escape el calor corporal.

• Color: parece un aspecto banal, pero no lo es. Piensa que los colores vivos que contrasten con el entorno, así como la presencia de elementos reflectantes, facilitarán la localización en caso de un eventual rescate y te harán más visible durante una progresión en grupo por ejemplo con niebla o tormenta.

Con la enorme oferta de la que disponemos hoy día en el mercado, parece que hay que estudiar un máster antes de comprar una chaqueta… Tampoco es para tanto, pero piensa que la inversión económica que vas a hacer es importante y que va a ser tu compañera de aventuras durante unos cuantos años, o al menos debería, así que no está de más dedicar un poco de tu tiempo a analizar conscientemente tus necesidades para escoger en consecuencia.

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