El grafeno ni atrae metales, ni está en la vacuna del coronavirus

2022-09-10 04:36:18 By : Mr. Henry Lee

Cientos de vídeos difundidos en redes sociales muestran el supuesto magnetismo de algunas personas tras recibir la vacuna contra el coronavirus, efecto que achacan al grafeno. Las dosis no sólo no tienen esta sustancia, sino que además el grafeno no posee tales propiedades magnéticas

Hace tiempo que circulan vídeos grabados por personas que aseguran haber adquirido propiedades magnéticas tras recibir la vacuna del coronavirus o que hay grafeno en vacunas. “¿Qué han hecho conmigo? Me han hecho un hombre metálico”, exclama un individuo en uno de los vídeos con una decena de cucharas y tenedores colgando de su espalda. Hasta ahora, algunos negacionistas lo achacaban a “metales pesados” que ─argumentaban─ se inoculan a la población con las vacunas, algo que ya desmentimos.

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Sin embargo, ahora dicen haber dado con la explicación de que ciertas personas puedan pegarse a la piel utensilios metálicos como cucharas, tenedores, tijeras e, incluso, móviles. La razón, según señalan numerosos mensajes que circulan en redes sociales, es el grafeno que se inocula con las vacunas. 

“Creemos que podría tratarse de grafeno, que es un superconductor con actividad magnética cuando se eleva su temperatura y toma contacto con la humedad”, dice Luis Marcelo Martínez, de la organización negacionista Médicos por la Verdad, en un audio que está circulando. Sin embargo, las vacunas autorizadas contra la COVID-19 no llevan grafeno. Además, este material no tiene propiedades magnéticas capaces de atraer estos objetos a nuestro cuerpo, como explicamos a continuación con la ayuda de varios expertos. BOE | Sanidad va a contratar por 1,6 millones de euros la gestión de las vacunas de Pfizer

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El grafeno es un material muy reciente descubierto por investigadores de la Universidad de Manchester en 2004. Como explica a Newtral.es el catedrático de la Universidad de Granada y director del Laboratorio de Nanoelectrónica, Grafeno y Materiales Bidimensionales, Francisco J. Gámiz, el grafeno se puede resumir como “una lámina de un solo átomo de carbono con forma hexagonal” y con una disposición similar a “paneles de abeja”.

Como si de alquimia se tratase, los científicos llevaban desde mediados del siglo XX tratando de dar con el grafeno. Sin embargo, este material no fue una realidad hasta 2004, cuando los profesores Andre Geim y Konstantin Novoselov consiguieron aislar una capa bidimensional de átomos de carbono que se asemejaba a una tela metálica. Esto les valió el Premio Nobel de Física en 2010.

Diego Peña, que es catedrático de Química Orgánica en la Universidad de Santiago de Compostela e investigador del Centro Singular de Investigación en Química Biológica y Materiales Moleculares (CIQUS), aclara en una entrevista con Newtral.es que el grafeno “no tiene propiedades magnéticas en el aspecto de un imán macroscópico” o convencional. Su grupo de investigación ha sido capaz de detectar un estado magnético en una pequeña estructura triangular de grafeno, pero esto se ha hecho en condiciones de laboratorio muy específicas y a nivel molecular. 15 países se unen en la investigación de su propia vacuna contra la covid

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Para llegar a este punto de magnetismo del grafeno a nivel molecular, que en absoluto tiene que ver con el magnetismo de un imán, los investigadores crearon un espacio de ultra alto vacío, “que es el vacío que hay, por ejemplo, en el espacio exterior; sin oxígeno y sin agua”, explica Peña. Por tanto, el grafeno en condiciones ambientales no es magnético. “Lo que llamamos grafeno, el prístino, no es magnético”, señala por su parte Francisco J. Gámiz.

El presidente de la Asociación Española de Vacunología, Amós García, señala a Newtral.es que “no aparece referenciado que las vacunas tengan grafeno” y, además, “veo extremadamente complicado que lo tengan incorporado”. Sobre el supuesto magnetismo conferido por las vacunas, afirma: “Estoy vacunado con las dos dosis y, hasta ahora, no me he quedado adherido a ninguna farola ni a ningún metal”.

En cuanto a la posible causa de este efecto, apunta a que el hecho de que determinados objetos se queden pegados al cuerpo de algunas personas “tiene que ver más con la grasa y el sudor”.

Las vacunas disponibles en este momento en España son de dos tipos. Por un lado, están las de vector vírico no replicativo, de adenovirus, que contiene el material genético (ADN) que codifica para la producción de la proteína S del SARS-CoV-2. Según Amós García, estas vacunas llevan “el microorganismo vivo atenuado o desactivado” del virus para conferir inmunidad.

Por otro lado, están las vacunas de ARN mensajero, como la de Pfizer-BioNTech (Comirnaty) y la de Moderna, cuyo componente principal, el ARNm, codifica para la producción de la proteína S de SARS-CoV-2. Estas dosis, explica el vacunólogo, “funcionan con material genético que trata de actuar sobre la proteína Spike y crear una respuesta protectora”.

Esta proteína Spike es la que está presente en la superficie del virus que causa la COVID-19​. De esta forma, el ARN mensajero incluye instrucciones para que las propias células de un vacunado fabriquen proteínas S, pero lo que se introduce al organismo son nanopartículas lipídicas, no metales.

De hecho, el prospecto de las vacunas es público y se puede consultar en la web creada por el Ministerio de Sanidad. Aquí se puede comprobar, por ejemplo, que la vacuna de Pfizer, a la que muchos vídeos acusan de llevar grafeno, está compuesta a base de cloruro de potasio, dihidrogenofosfato de potasio, cloruro de sodio, fosfato de disodio dihidrato, sacarosa, agua para preparaciones inyectables y otras sustancias, pero no hay ni rastro de grafeno.

Según precisa el catedrático Diego Peña, el grafeno no es una sustancia soluble, por lo que sería difícil inocularlo en una vacuna. “Las inyecciones serían turbias porque el grafeno es como carbonilla, la composición es carbono”. En caso de que se inoculara, apunta el químico, “no se podría pegar una cuchara porque nunca tendría ese efecto”.

Como ya explicó anteriormente a Newtral.es Jordi Sort, que lidera el Grupo de Materiales Inteligentes de Nanoingeniería, Nanomecánica y Nanomagnetismo en la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA), para crear el efecto que se observa en los vídeos “se necesitaría un implante debajo de la piel con una cantidad suficiente de material magnético para que atrajera un imán”. Las vacunas no llevan tal implante.

“Imaginemos que ponemos unas cuantas partículas de hierro sobre un papel y que por debajo acercamos un imán. La cantidad de partículas de hierro que se necesitaría para compensar el peso del propio imán (y que este no se cayera por el peso de la gravedad) sería bastante grande. El líquido de las vacunas [con los metales que se necesitarían para causar ese efecto] no sería ni siquiera transparente”, señaló el físico para una verificación anterior.

El grafeno tiene muchísimas posibilidades, ya que es muy buen conductor térmico, no se oxida y es flexible. De hecho, tiene mucho potencial en aplicaciones como transistores ultrarrápidos de un solo átomo de espesor, lo que lo convierte en un digno sucesor del silicio y se puede emplear su sensibilidad para detectar una sola molécula de un gas tóxico, por ejemplo.

Además, el grafeno es capaz de reemplazar las fibras de carbono en materiales de alto rendimiento que se utilizan, por ejemplo, para construir aviones, como señala la Universidad de Manchester.

Entre otras virtudes del grafeno, se puede destacar que es hidrófobo y repele el agua, como precisa el catedrático experto en esta sustancia Francisco J. Gámiz. No sólo impermeabiliza muy bien, sino que también es un perfecto conductor térmico; tanto, que en Suecia se está mezclando con betunes a través de planchas metálicas que se calientan para sustituir la sal que se emplea en las carreteras para derretir la nieve. Esta solución es más ecológica y económica, ya que no contamina.

También se utiliza el grafeno en Medicina. De hecho, el grupo de investigación para el que trabaja Gámiz en la Universidad de Granada está diseñando un test para detectar contagios de coronavirus gracias a esta sustancia.

Es tan precisa que “una sola gota de saliva encima de un sensor de grafeno” sería capaz de detectar el virus sin necesidad de pruebas más intrusivas como la PCR o el test de antígenos, señala este experto. De esta manera, “el grafeno nunca entra en el organismo, sino que es de aplicación externa”.

La sensibilidad del grafeno también ha servido para desarrollar posibles implantes de electrodos para realizar electrocardiogramas. De hecho, puede llegar al punto de que, según Gámiz, “te puedas hacer un análisis de sudor gracias al grafeno”.

En definitiva, tras haber consultado con vacunólogos, expertos en grafeno y otros investigadores, se puede concluir que el grafeno no sólo no se inocula en las vacunas, sino que sería incapaz de generar un magnetismo tal en las personas como para que se les quedaran adheridos móviles o herramientas metálicas a la piel.

Francisco Jesús Gámiz, catedrático de la Universidad de Granada y director del Laboratorio de Nanoelectrónica, Grafeno y Materiales Bidimensionales

Amós García, presidente de la Asociación Española de Vacunología

Diego Peña, catedrático de Química Orgánica en la Universidad de Santiago de Compostela

Universidad de Manchester / Graphene NOWNANO

Jordi Sort, Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA)

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